Recuerdo que por los finales de los años 70 del siglo pasado, cada vez que Pastor se refería a un hecho con exagerada profusión de datos, desde su punto de vista de estudiante de Historia, era prácticamente imposible aportar algo más.
Sin embargo, uno de los interlocutores intervenía en la charla que finalmente terminaba en un diálogo entre ellos porque los demás se quedaban sin argumentos para continuar en la conversación donde uno ofrecía un relato muy completo de cualquier hecho.
El aspirante a historiador con enojo le dijo a Daniel, el estudiante de Filosofía, que él no sabía nada de Historia, y que lo único que hacía era hablar sobre la base de lo que él estaba diciendo, pero el entonces futuro filósofo le dijo: cada cual ve el asunto según sus conocimientos, tú solo das datos y yo interpreto.
Aquel encuentro de la época estudiantil trae el recuerdo de que mucho tiempo ha pasado para que el hombre aprendiera lo suficiente como para que una sola persona ya no pudiera ser capaz de dominar siquiera una pequeña porción de algo y tuviera que ir separando un asunto de otro.
De esa manera, un objeto de estudio tras otro ha ido apareciendo en el escenario del conocimiento con las correspondientes personas que tratan el tema con métodos que se perfeccionan en la misma medida en que aprenden.
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No obstante, todavía pueden quedar quienes aplican aquello que dice: quien solo tiene un martillo se cree que todo es un clavo, y entonces a golpear se ha dicho… tan pronto se enfrentan a cualquier situación, consideran que deben hacerlo a la manera del instrumento que poseen.
Sin embargo, con el error también se adquieren nuevos saberes, y uno muy importante es tomar conciencia de que además del martillo hay otras herramientas que están a la disposición, pero no son utilizadas, a veces, por no aplicar la metodología de que a cada ciencia corresponde un objeto de estudio.
Algunos consideran que una ciencia se fragmentó y hasta hay quienes afirman que se divide, pero lo cierto es que un mismo fenómeno puede tener varios objetos de estudio, y a cada uno corresponde una ciencia.
Ejemplos sobran como los que crean equipos multidisciplinarios para estudiar un fenómeno económico y proponer medidas a los decisores, quienes también aplican la ciencia de dirigir, y elegir la mejor opción, pero al faltar un punto de vista, no se podrá aplicar por muy completa que parezca.
Lo económico no es puramente economía, pues al ocurrir en el ámbito humano, también se requiere de las ciencias sociales, y pudiera parecer que ya están sobre el escenario todos los protagonistas necesarios.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta la intervención de los que cultivan las ciencias del comportamiento, incluido el que se adopta ante situaciones comerciales y financieras de bonanza y estrechez.
A manera de chiste, un colega consultado agregó: Si es en el caso de Cuba que es un país de plaza sitiada, debieras de agregar que los adivinos son imprescindibles, porque aquí no se sabe a ciencia cierta que pasará, ni cómo responderá cada cabeza porque cada una es mundo.
Seriamente le respondo que tiene toda la razón, y que no se trata de buscar pitonisas con bolas de cristal y cartas, sino de predicciones científicas que siempre deben hacerse después de analizar un problema y proponer las acciones, pues el método también debe incluir pronosticar tiempo de ejecución y consecuencias.
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