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jueves, 14 de agosto de 2025

El legado de Eddie Palmieri

Grande es el legado de Eddie Palmieri, quien, bebiendo de las fuentes, rompió e innovó…

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 14/08/2025
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Palmieri
Palmieri no olvidó sus raíces afrocaribeñas, ni aceptó la etiqueta de “salsa” para tantas expresiones auténticas.

Confieso que me vi tentado a desarrollar otro tema, ante una declaración aberrante de quien vendió su alma al Mercado. Pura jugada de marketing, para posicionar su marca, y con ello una narrativa de éxito, de "todo vale" para engordar el bolsillo. Pero, desde acá, desde el Sur, lo más cimarrón, políticamente inteligente, es romper con esa algorítmica “empujadera”, con ese flujo maquínico  interesadamente estructurado. Trascender la racionalidad capitalística y  tirar hacia el Arte, genuino y rebelde. Por ello, decido mantenerme en mi propio carril y comentar sobre un artista inmenso, que jamás se creyó en la cima, ni se autotituló mejor que los otros. Que no olvidó sus raíces afrocaribeñas, ni aceptó la operación mercantilista de vender con una sola etiqueta tantas expresiones identitarias. Hablo de Eddie Palmieri, lectoras y lectores.

Acaba de fallecer en la misma ciudad que lo vio nacer. Con 88 años y más de siete décadas de entrega a la Música, como un eterno estudiante. Conquistó lauros,  sí, pero lo que más le importó fue el cariño de su gente y la admiración de sus colegas, como aquimista de ritmos afrocubanos, gigante de la “salsa” y del jazz latino, por  sus arreglos de trompa jazzeros, sus generosas dosis de disonancia y sus solos de piano. Reconocimiento que  socializaron  al conocer la noticia de su ascenso al Olimpo de la Cultura "Latina".

El emblemático sello Fania Records lamentó la muerte del pianista, a quien calificó de "uno de los más innovadores y únicos artistas en la historia de la música".  La India, cantante boricua que mucho le debía, lo homenajeó con las siguientes palabras: “Fue él quien me abrió las puertas al mundo de la salsa y quien vio en mí lo que yo aún no sabía que podía ser. Su legado es inmenso y su influencia en mi vida artística es eterna”.

El cantante Víctor Manuelle publicó en sus redes sociales: “Tuve el privilegio de que participara conmigo en la producción Decisión unánime colaborando en dos temas: Dos generaciones y el famoso Yo soy boricua, señores. Me honró con su presencia en mi concierto en el Madison Square Garde”, para acompañar un video de dicha presentación.

El venezolano Oscar D'León expresó: “Con el corazón arrugado, me despido de un genio y una leyenda: mi querido amigo y maestro, Eddie Palmieri. Tu música fue inspiración, tu amistad un tesoro. Gracias por tanto, papaíto”. El vocalista Orlando Castillo, “Watussi”, escribió desde Italia: “Le doy gracias infinitas a Dios por haberme permitido ser su amigo y colega, así como por haber sido el único venezolano en cantar en su orquesta. Eddie Palmieri fue uno de los mejores de todos los tiempos. Por su parte, Bobby Cruz, vocalista de Ricardo Ray, expresó: “Ya nada puede ser igual en la música. De los grandes, el más grande. Gracias por tanto, un abrazo para la familia”.

Eduardo Palmieri Morales vio la primera  luz el 15 de diciembre de 1936, en el Spanish Harlem de Nueva York.  Sus padres habían llegado allí provenientes de Ponce, Puerto Rico.  Luego se asentaron en el Bronx, el multicultural distrito de la “Babel de hierro”. Comenzó a estudiar piano a los 8 años, siguiendo los pasos de su hermano mayor Charlie. A los 13 se dedicó a la batería durante un tiempo, aprendiendo, nota por nota, todos los solos de timbales de Tito Puente. Pero luego, a los 15, renunció a los timbales y  regresó al piano definitivamente, convirtiéndose en un ávido estudioso de la música cubana y de nuestros grandes pianistas de los años 40 y 50.

“No me considero revolucionario ni nada por el estilo. Más bien, soy un estudioso infatigable del piano. Hago música para divertirme y hacer gozar a la gente. Eso sí, siempre tratando de imponer mi sello personal, de no parecerme a los demás. Después de mi hermano Charlie, mi maestro por excelencia, mi inspirador supremo en la ejecución del piano fue Lino Frías. Hubo pianistas mejor preparados que ese negrito cubano, con mayores estudios, pero ante ese señor, que no tuvo una férrea formación académica, me inclino y reverencio su existencia. Él, a mi juicio, fue el más grande de todos en la ejecución del piano”, comentó en cierta ocasión.

Al preguntársele sobre sus “héroes del piano” mencionó a los cubanos Jesús López, de Arcaño y Su Maravilla,  y a Jesús López “el pionero en su estilo de ataque”. Confesó haber “aprendido aprendimos muchísimo sobre esa forma de ataque”. También a Lili Martínez, que “estuvo con Arsenio Rodríguez en los 40 y luego grabó joyas, y luego se unió a Chapotín y Su Estrella en los 50”.  Además, admiró por  “extraordinarios” a Chucho Valdés y Gonzalito Rubalcaba. 

 

De aquel estudio minucioso de los discos que salían de Cuba entre 1956 y 1960, aprendió “intuitivamente las estructuras de la forma de baile”. Eso,  junto a su ataque rítmico, percutivo, y su habilidad “bidimensional” (podía acompañarse con una mano y ejecutar solos con la otra), le aportaron  un sello distintivo. Lo apodaron “el rompeteclas” y el “El Rumbero del Piano”.

Con 24 años, y después de haberse fogueado en diferentes instituciones musicales, Eddie fundó su conjunto, La Perfecta, fortalecido con músicos de altísimo nivel como el trombonista Barry Rogers, el flautista George Castro, el bajista Joe Rivera y el bongosero Manny Oquendo. Con esta agrupación alcanzó el estatus de ícono en ese movimiento popular que más tarde sería denominado “salsa”. En opinión de Marco Martinez. “Se trataba de música violenta, en perfecta concordancia con la realidad de exclusión y hostigamiento que vivían (como ahora) las comunidades latinas y afro en Estados Unidos”.

En 1973, respaldado por un equipo de lujo, presentó un trabajo experimental de seis canciones, titulado The Sun of Latin Music, en el que combinó elementos de la música afrocubana con el jazz. Gracias a este álbum obtuvo el gramófono dorado en la categoría Mejor Grabación Latina, en la décimo octava edición de los Premios Grammy. Sería la primera vez que un exponente de América Latina obtenía ese galardón.

Lo ganaría en otras seis oportunidades, el último de ellos por "Simpático" en 2006 en el género de jazz latino, además de otros honores. Además fue merecedor del Premio a la trayectoria de la Academia Latina de las Artes y la Ciencias de la Grabación, en noviembre de 2013.

A pesar de ser recordado como unos de los impulsores de la “salsa”, no aceptaba la etiqueta, ni era partidario de agrupar distintos géneros de música, cada uno con su idiosincrasia, en un solo concepto.  “La palabra salsa no existe. Esa palabra es una falta de respeto. Esto es música afrocaribeña, cuya vertiente agarró y crearon también Tito Puente, Tito Rodríguez, Machito, entre otros”. “Todos esos ritmos tienen su propio nombre, la guaracha, el son montuno, el guaguancó, el yambú y la columbia; todos vienen de la madre rumba”.

Igualmente reconoció siempre los aportes cubanos al movimiento neoyorquino de música bailable. De Celia Cruz y el Benny  reconoció su impacto en la música latina. Destacó que cuando Celia Cruz cantaba con la Sonora Matancera siendo muy joven, puso a todo el mundo a aprender, destacó su talento y trascendencia en el género. Y que  Benny Moré no solo era un músico natural con un oído privilegiado, sino que también tenía un gran buen gusto, haciendo que todo lo que hacía fuera auténtico y sabroso.

Pocos han rememorado por estos días su férrea vocación del músico por defender causas civiles.  Entre estas su apoyo a movimientos independentistas como Los Jóvenes Lores. Cuando un grupo de independentistas fue arrestado por cubrir la cabeza de la Estatua de la Libertad con una bandera gigante de Puerto Rico, Palmieri ofreció un concierto para apoyarlos.

“El problema es la pobreza, de ahí salen las guerras y el crimen. Por eso hice temas como `Justicia´ y ´La libertad lógico´” dijo en  una entrevista. “El mundo entero está en upheaval (turbulencia)”.

En 1969, lanzó al álbum "Justicia", cuyas letras abordan la desigualdad, la justicia social y la discriminación, y contó con las voces de Ismael Quintana y Justo Betancourt. En 1971,  armó una banda de latin-funk y soul llamada Harlem River Drive que grabó un alucinante disco epónimo con letras de descontento político y social cantadas en inglés. Con ella se presentó dentro de la conocida prisión de máxima seguridad neoyorquina de Sing Sing, en Nueva York, ante un público en el que predominaban latinos y negros, de acuerdo con el diario The Washington Post. "¡Para toda la humanidad!", gritó Palmieri a través de un altavoz en el patio de la prisión, según reseñó el periódico. Dijo además que no debería haber "muros", "miedos", "solo una cosa en la vida: libertad en los años venideros".

Como cuenta en una semblanza el periodista Giovanni Russonello en The New York Times: “Su trabajo atrajo la atención no deseada de las autoridades más de una vez”. “Entre finales de los setenta e inicios de los ochenta”, refiere Russonello, “el señor Palmieri solía recibir la visita de los agentes de la I.R.S. -la SUNAT gringa- incluso en sus conciertos”. Muchas veces el pianista se vio en la necesidad de salir del escenario a la mitad de su presentación, para evitar ser capturado. Incluso, en alguna ocasión fue esposado y llevado delante de un juez.

En los últimos años, y en diversas entrevistas, se lamentó por el estado de cosas del arte que tanto defendió. “Lo que tenemos es una tragedia rítmica, armónica y estructural.” Una “estructura de los arreglos” que “no excitan como tienen que excitar”. El “problema ahora es que lo que llaman salsa y música romántica y sensual es un desastre, porque el ritmo es lo que te pone a bailar”. Lo que tenemos ahora es "la salsa monga". “Y eso es lo que los jóvenes compran (…). Al escuchar eso constantemente, realmente creen que es lo que es. Y eso es muy triste, porque el ritmo está constantemente en segundo plano y en tercer lugar.

Ante la pregunta de si se refería al auge del género urbano, comentó: “El reguetón no tiene nada que ver con eso, hablo de músicos”. Y añadió  “lo que estoy escuchando es dañino para mi espíritu, mi ángel guardián no puede escuchar eso, porque para mí no es lo que debe ser”.

“Ha habido una decadencia del arte de la música bailable. No es que no siempre haya cantantes y música para bailar, sino en la misma medida que en los años 50 y 60, cuando Cuba aún nos alimentaba. Fue el cordón umbilical que nos alimentó con las estructuras y la música hasta que la doctrina cambió entre 1959 y 1960, y después de eso, ha sido una tragedia generalizada”.

Importante legado nos deja Eddie Palmieri. Un pianista y arreglistas que, bebiendo de las fuentes,  rompió e innovó. Una huella imborrable en la música latina contemporánea, en especial en la llamada “salsa” y en el jazz latino, que seguirá enarbolándose  con sus doradas composiciones, como “El molestoso”, “Lo que traigo es sabroso”, "Vámonos pa'l monte" y "Muñeca. “Música auténtica y sabrosa, sin la chabacanería y el facilismo que pululan por ahí.


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural


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