La enfermedad de Alzheimer es una perturbación neurodegenerativa progresiva que principalmente afecta el pensamiento, la memoria y el comportamiento. Es el motivo más frecuente de demencia en individuos mayores y se describe como la merma progresiva de las funciones cognitivas, lo que obstaculiza la ejecución de acciones cotidianas y, con el paso del tiempo, perturba la autonomía del enfermo. En el cerebro de quienes sufren de Alzheimer, se forman ovillos y placas de proteínas defectuosas, que perjudican las células nerviosas y trastornan la relación entre ellas.
Si bien la exacta causa de la enfermedad de Alzheimer no es conocida totalmente, se considera que factores ambientales, genéticos y de estilo de vida contribuyen a su florecimiento. La avanzada edad es el factor principal de peligro, y asimismo se han reconocido antecedentes familiares y algunas situaciones como la diabetes, la hipertensión arterial y el sedentarismo como componentes que pudieran incrementar la posibilidad de sufrirla. En los momentos actuales no hay una curación definitiva, pero sí existen procedimientos que pudieran auxiliar a mitigar algunas sintomatologías y retardar el progreso de este padecimiento, conjuntamente con acciones específicas con el fin de optimizar la calidad de la vida de estos enfermos.
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Nuevos tratamientos
En los actuales años, las investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer han avanzado de manera significativa, con novedosos tratamientos que intentan retardar su progreso. Uno de los más destacados avances es el lecanemab (comercializado como Leqembi), un anticuerpo monoclonal que disminuye las placas de proteína beta-amiloide en el cerebro, placas que son una característica de este padecimiento. Aprobado por la FDA en 2023 y por la Agencia Europea de Medicamentos en 2024, Leqembi ha confirmado que es capaz de disminuir el deterioro cognitivo en un 27% en enfermos aquejados con Alzheimer en una fase precoz. No obstante, su empleo se halla vinculado a efectos secundarios como hemorragias e inflamación cerebral, lo que demanda un cercano monitoreo médico.
Nuevo y promisorio medicamento es Kisunla (donanemab), desarrollado por Eli Lilly. Aprobado en el mes de julio de 2024, Kisunla actúa también sobre las placas amiloides y ha manifestado una disminución del deterioro cognitivo en alrededor de un 35% cuando fu comparado con un placebo por 18 meses. Asimismo, casi el 47% de los enfermos medicados con Kisunla no presentaron progresión clínica después de pasado un año. No obstante, al igual que Leqembi, Kisunla pudiera provocar graves efectos secundarios, como microhemorragias e inflamación cerebral, por lo que su manejo necesita de una estricta supervisión médica.
En la esfera de la investigación, se están perfeccionando otros métodos con mecanismos de acción diferentes. A modo de ejemplo, un grupo de la Universidad de Barcelona ha perfeccionado un conjunto terapéutico que opera como inhibidor de la epóxido hidrolasa soluble (sEH), demostrando efectos antiinflamatorios y neuroprotectores en modelos animales. Este rumbo intenta cambiar la marcha del mal sin exclusivamente centrarse en la proteína beta-amiloide.
Conjuntamente con los procedimientos farmacológicos, se están investigando terapias no habituales. En España, la asociación Alzheimer León comparte en el proyecto internacional SWAN, que examina los bienes terapéuticos del tenis de mesa en pacientes con Parkinson y Alzheimer. En este camino se combina actividad mental, ejercicio físico y estimulación social, y se aguarda que los deducciones del estudio, que reúne a 70 personas, estén ya a comienzos del año 2027.
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